MICROMISTERIOS 5


La copa postrera



Te cuelgues o no, lo lamentarás
Soren Kierkegaard, O lo uno o lo otro

A la Princesa de Lawton, que fue testigo del hundimiento.


El bar Edipo al borde del naufragio. El camarero, hastiado y hostil, queriendo lanzar todo por la escotilla. Sobre el piano de cola,  sempiternamente sobrio, un vetusto leoncito de yeso acostado en un tapete rosa. A la diestra extrema de la barra - piel morada en traje negro -, una rubia ahogándose en un brandy interminable, asediada por un piquete de soldados lascivos. De mesa en mesa y a borbollones, como un largo río de vino amargo, la abominable noticia del viejo degollado y de la vieja vilmente ultrajada. Y al fondo del espejo del fondo, bien al fondo, la incestuosa imagen de un pobre diablo sentado al extremo siniestro de la barra, cargando a sus espaldas el horror imperdonable de su desatino.

La copa de cianuro - a esa hora y en medio del desastre - era a la postre una copa más.


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Daniel Ormuz
Santa Cruz de Mexión, 2012