RELATOS DEL CARIBE


La casa vacía





Por: Héctor Rojas Herazo

La casa vacía es un rumor vigilante. Encendida por el poderío de ese silencio donde las voces y las lámparas continúan navegando en apagado vuelo. Con ese vaho de ceniza, de óxido flotante, de impalpable ruina, que anhela mejillas y muebles y retratos para envolverlos en su mortaja alucinante. La casa vacía está llena de fuerza, de quietud, de vibración misteriosa. Parece acechar cada presa viviente. El más leve ruido  ̶  el de una hoja al caer en el jardín, el de la minúscula cautela de un roedor o el de la reumática quejumbre de un mueble rozado por un hálito aéreo  ̶  eleva al máximo la tensión de sus maderas o la vigilia de sus muros. Una casa vacía es un animal monstruoso y calladamente alerta. Respirando con una sangre vieja, con remoto impulso, con una terca pasión. La casa toda ella sobre el recuerdo, el amor, la furia de aventados moradores. No duerme nunca. La miraremos de lejos con su carbón en el dintel, con sus ventanas sin nadie, con su gesto de mujer sin pupilas ni lengua.
Pero hay una rama que golpea con dolorosa tenacidad la ventana de una alcoba. Es el único sonido rotundo, innegable, en la casa sin vísceras. De esa rama se genera el silencio. Tal vez la casa no tendría ese lúgubre sello si la rama intermitente no le recordara su dura soledad. La rama es como un llamado, como un grito que pregunta por la vida de la casa, por sus veranos y sus lluvias, por sus calcetines en un alambre, por zapatos de niños bajo los lechos, por dobles suspiros entre un rayo de luna.
Nosotros vagamos silenciosos por sus estancias. Es como violar una tumba. Alguien  ̶  alguien que tuvo un nombre y un utensilio en su mano derecha  ̶  respira a nuestro lado. No lo vemos. Pero sentimos su invencible autoridad, la riqueza de sus dientes, el vapor de su sangre. Allí estuvo un día o un año. Fue un órgano de la casa. Hizo posible estos horcones, esta humedad que tiene una vaga memoria de saliva. Aquí estuvo con sus ideas sobre un objeto, con su hueco en un mueble. Aquí estuvo, lo sabemos, es casi un pensamiento, algo que nos reclama y nos urge fuera de nosotros. Que regresa a la casa en cada parpadeo de sus ladrillos. Los ruidos, los hilillos de luz, son aquí como alimañas. Se nutren de la casa, del almizcle que trascienden sus espacios abandonados. De pronto tropezamos con una vasija carcomida. La lepra de la herrumbre le ha mordido sus bordes, le ha derrotado sus viejas células de metal. Tal vez sea lo único que parezca un recuerdo. Eso y el mezquino aleteo de un trozo de periódico que pugna por remontarse, por alejarse hacia el azul, hacia la vida, lo más lejos posible de estos aposentos donde reina la muerte.
___________________________________
Esta pieza magistral del relato breve apareció, en forma de nota de prensa, en el Diario de Colombia, en la columna de opinión Telón de fondo, escrita por Héctor Rojas Herazo, el 5 de Octubre de 1955. Rojas Herazo es conocido, sobre todo, por su obra novelística y poética. Sin embargo, la mayoría de sus notas de prensa son verdaderas joyas de la literatura en pequeña escala.