DISONANCIAS 1


Escala ascendente


A lauren, y al ángel que canta dentro de ella

Quería seguir siendo niña por toda la eternidad. Pero ya tenía catorce años cumplidos y sabía que le quedaban muy pocos, unos dos o tres, para conseguirlo. ¿Pero cómo detener el tiempo en tan corto tiempo? ¿Cómo quedarse de este lado del muro, en el centro mismo de este paraíso desbordante de muñecas y de música por todas partes? ¿Cómo someter al dragón desbaratasueños, porfiado aguafiestas?

No lo pensó dos veces. Se sentó al piano, como todas las tardes, y comenzó a subir despacito, como un caracol recién nacido, por la escala diatónica de do. Ascendió peldaño tras peldaño, sin titubear. Cuando alcanzó el último, casi a las puertas de la noche, no le asombró ver que un largo río de luz pentagramada empezaba a meterse por la ventana de su cuarto: sobre el agua del río, dos redondas y un reduende; en el hombro del reduende, una blanca paloma con puntillo, y en el corazón de la paloma, a dos o tres compases del miedo, la voz pianissimo de una niña al piano que soñaba a sus catorce detener el tiempo para siempre, quedarse de este lado del muro, conquistar el centro mismo de un paraíso sin dragones aguafiestas, con escalas diatónicas eternas que no descendieran nunca jamás, nunca jamás.

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Santa Cruz de Mexión, 2012